sábado

UNA CIUDAD BLANDITA



Podemos escapar, dejar fluir nuestra imaginación. Podemos volar. Podemos crear. Podemos buscar… ¿El entorno quizá? Lo que nos rodea, nos condiciona, nos sublima, inevitablemente…y ahora que tenemos las ideas, las ganas… ¿por qué no? Imaginemos…creemos juntos.

Cierro los ojos y me veo entre edificios de bambú, que es flexible y a la vez resistente. No son muy altos, 5 ó 6 pisos a lo sumo, y por tejado tienen largas cañas unidas por adobe. Todo ello perfectamente tratado a prueba de lluvias y vientos fuertes, porque esta sociedad cree en el avance, cree en el progreso como ayuda por y para sus habitantes. No hay ni una pizquita de cemento ni de hormigón, al menos en la superficie. Los carteles están hechos con flores y con ramitas, cuyos colores son lo suficientemente vivos que no necesitan aporte alguno. Estoy en el barrio de “la cultura”, veo varias salas de cine, cafeterías, teterías, una gran biblioteca al fondo, es el edificio más alto de la calle de “la imaginación”. Filmotecas, museos, talleres, conservatorios, escuelas, salas de conciertos, pubs…y hay un trasiego de gente impresionante. Gente de todos los lugares, de todas las edades, de todos los gustos, de todas las profesiones…para todos hay un rinconcito. Todos encuentran algo. Todos lo buscan.

Las calles son curiosas y muy anchas. En el centro están los raíles de un tranvía. Los demás vehículos no pueden circular, excepto las bicicletas. A los lados de los raíles hay unas aceras de hierba blandita y muy verde, todos llevan sandalias. Y a los lados de la hierba, discurren otras dos aceras de piedra…imagina como se pone la hierba cuando llueve…


Los niños corretean, saltan y se revuelcan por la hierba. Sus padres y sus madres leen, o charlan, o tocan algún instrumento musical. No hay escaparates. Huele a papel e incienso. Suena la vida.


La estructura de la ciudad es radial. En el centro está “la cultura”, seguido, rodeando este barrio, se encuentran los servicios sociales y edificios comunes: hospitales, asamblea general, correos, jardinería, limpieza, transporte…desde este círculo compuesto por “la cultura” y “lo común”, que envuelve al anterior, salen calles radiales donde se cultiva (parte de la cosecha) y se venden alimentos y demás víveres. Es de los colores de la fruta y la verdura, de la carne y del pescado.



Entre esas calles están los barrios de “la vida”. Son zonas residenciales. Están compuestas por casitas, cada cual al gusto de su dueño. Todos han partido de la misma base, ninguno ha tenido privilegios. Unas tienen piscina, otras son de colores vivos. En unas hay grandes árboles frutales, en otras flores. Hay toda variedad de formas y tamaños, incluso una parece un huevo.


Alrededor de la ciudad, en las afueras, hay campos de cultivo, y tierras vírgenes. Hay animales pastando, y un caminito, que se aleja en el horizonte.


No hay alcalde, ni partidos políticos. Se escucha la voz de todos y cada uno de los vecinos, y cuenta por igual. Todo el mundo recibe una formación, que elige libremente desde pequeño. Se estimulan sus capacidades y se desarrolla su creatividad. Nadie pasa necesidad. Cada cual aporta a su ciudad con lo que sabe y le gusta. Cada uno es tan fundamental como el otro.


La gente de esta ciudad no ha perdido valores como la solidaridad, la igualdad y la justicia. La explotación, el afán lucrativo, la avaricia se han ido. Los ciudadanos las han echado. Porque esta ciudad no es de hoy. Ahora es imposible. Es el fruto del horror, de la injusticia, del sufrimiento de antaño. Es el reflejo de que se comprendió la moraleja de una estructura fallida, que cayó por su propio peso.




Estaría bien ¿Verdad?

Imagen: Luis Beltran, 11-11-2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario